miércoles, 29 de junio de 2011

PODRÍAS ESCRIBIR...

Eso de escribir es algo que quizá hayas pensado alguna vez. Igual te lo mandaron en el colegio y lo hiciste porque no había más remedio. Pero, en una de esas, a lo mejor te has dado cuenta de que te gusta, te encanta, no puedes vivir sin poner por escrito cualquier cosa que se te pasa por la cabeza, tienes los cuadernos llenos de anotaciones, frasecillas, dibujitos... O te gastas la paga en libretas de distintos tamaños y materiales donde vas anotando "tus cosas", porque eso de dejarlas en el ordenador no te va mucho. O sí te va mucho y tienes montones de carpetas y archivos con borradores de novelas, poemas, cuentos, listas de cosas que amas y de cosas que aborreces, o que te llaman la atención, o que suenan bien, o que riman...

Lo más probable es que nada de eso, así que te sugiero que lo intentes. Puedes descubrir que eres un poeta, o un narrador. O que te encanta.  

Porque el fracaso de unas vacaciones es aburrirse.

Si tomas en cuenta esta sugerencia, en la lista de enlaces tienes uno (Sobre cómo escribir y más) que te puede ayudar a mejorar tu escritura, a reflexionar sobre ella, o a entretenerte si te gusta el tema.
Y a la vuelta del verano, envía tus textos a este blog. 


jueves, 16 de junio de 2011

La Biblioteca de Babel, fragmentos de un cuento de Borges


 (No es un cuento para niños. Puede resultaros algo difícil de entender. Pero si alguno se atreve y no se cansa de preguntar las palabras que no entienda, le valdrá la pena)

El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente. La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquierda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos. Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.

...La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier hexágono, cuya circunferencia es inaccesible.

A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de formato uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas; cada página, de cuarenta renglones; cada renglón, de unas ochenta letras de color negro. También hay letras en el dorso de cada libro; esas letras no indican o prefiguran lo que dirán las páginas. Sé que esa inconexión, alguna vez, pareció misteriosa.

...El número de símbolos ortográficos es veinticinco. Esa comprobación permitió, hace trescientos años, formular una teoría general de la Biblioteca y resolver satisfactoriamente el problema que ninguna conjetura había descifrado: la naturaleza informe y caótica de casi todos los libros. Uno, que mi padre vio en un hexágono del circuito quince noventa y cuatro, constaba de las letras MCV perversamente repetidas desde el renglón primero hasta el último. Otro (muy consultado en esta zona) es un mero laberinto de letras, pero la página penúltima dice «Oh tiempo tus pirámides». Ya se sabe: por una línea razonable o una recta noticia hay leguas de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias. (Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios repudian la supersticiosa y vana costumbre de buscar sentido en los libros y la equiparan a la de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de la mano... Admiten que los inventores de la escritura imitaron los veinticinco símbolos naturales, pero sostienen que esa aplicación es casual y que los libros nada significan en sí. Ese dictamen, ya veremos no es del todo falaz.)

...un bibliotecario... observó que todos los libros, por diversos que sean, constan de elementos iguales: el espacio, el punto, la coma, las veintidós letras del alfabeto. También alegó un hecho que todos los viajeros han confirmado: No hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos. De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catálogo fiel de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basilides, el comentario de ese evangelio, el comentario del comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro a todas las lenguas, las interpolaciones de cada libro en todos los libros, el tratado que Beda pudo escribir (y no escribió) sobre la mitología de los sajones, los libros perdidos de Tácito.

Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza.

...También se esperó entonces la aclaración de los misterios básicos de la humanidad: el origen de la Biblioteca y del tiempo. ...Hay buscadores oficiales, inquisidores. Yo los he visto en el desempeño de su función: llegan siempre rendidos; hablan de una escalera sin peldaños que casi los mató; hablan de galerías y de escaleras con el bibliotecario; alguna vez, toman el libro más cercano y lo hojean, en busca de palabras infames. Visiblemente, nadie espera descubrir nada.

...No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre - ¡uno solo, aunque sea, hace miles de años! - lo haya examinado y leído. Si el honor y la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros. Que el cielo exista, aunque mi lugar sea el infierno. Que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, Tu enorme Biblioteca se justifique.

Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción.

...Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana - la única - está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.

FIN

Los libros que nos gustaron cuando éramos niños

Esta es una lista que se confeccionó hace unos años con motivo del día del libro, y donde algunos de vuestros maestros actuales eligieron un título que fue significativo para ellos en su infancia. Os la ofrecemos como sugerencias de lectura para este verano, y esperando que acaben por significar algo más que un rato entretenido.
Alejandra: "Celia y sus amigos", de Elena Fortún
Antonio: "Tom Sawyer", de Mark Twain
Aurelia: "Ana de las tejas verdes", de Lucy Mad Montgomery
Aurora: "Cuentos de Calleja", de Saturnino Calleja
Dori: "El club de los Cinco", de Enyd Blyton
Emilia: "El principito", de Saint Exúpery
Jose: "El capitán Trueno"
Mari Carmen: "El pájaro Verde", de Juan Valera
María Luisa: Heidi, de Joanna Spiri
Pepi: "La isla misteriosa", de Julio Verne
Sole: "Corazón", de Edmundo de Amicis
Trini: "Diario de Ana Frank", Ana Frank

BIENVENIDOS AL BLOG DE LA BIBLIOTECA DEL CEIP F. AYALA

Este es el nuevo Blog de la Biblioteca del Colegio Francisco Ayala, de Ogíjares.

En estas páginas iremos publicando comentarios de los libros que más os hayan gustado, reseñas de los que recomendaremos, títulos de novedades y también trabajos de los alumnos.

Como véis por la foto, nuestra biblioteca es pequeña y está sobreutilizada, lo que va a limitar algo sus funciones hasta que se solucionen sus problemas de espacio, pero esperams con deseo vuestras sugerencias y comentarios.

El equipo de biblioteca.