jueves, 13 de diciembre de 2012

LA SEGUNDA LECTURA



¿Cuántas canciones hemos escuchado más de una vez?
¿Cuántas películas hemos visto más de una vez?
¿Cuántos libros hemos leído más de una vez?

Las respuestas suelen ser decrecientes: muchísimas - muchas / bastantes - algunas / pocos-ninguno.

No sé de donde ha surgido, como una seta venenosa, el convencimiento de que no hay que leer lo que ya se ha leído.
Ese convencimiento se convierte en uno de los obstáculos más grandes para disfrutar de la lectura.
Por supuesto, si algún libro no te ha gustado, ni te ha servido, ni te ha enseñado nada, lo lógico y aconsejable es que no lo vuelvas a leer y maldigas el tiempo que te robó.
Para esas lecturas-basuras (cada cual reconoce las suyas) no haya más que papelera y olvido.
Pero a las otras, a los cuentos bien contados, a las historias interesantes, a las informaciones que te apasionan, a las palabras que te pintan por dentro una canción, a las crónicas que te llevan como a caballo por épocas remotas, a esos personajes con los que jugarías si los encontraras en cualquier sitio, a... en fin, tú sabrás, si ya has tenido la suerte de encontrar algo de esto, dales la oportunidad de UNA SEGUNDA LECTURA.

Que es de la que vas a aprender en realidad; libre ya de saber cómo termina, puedes seguir las palabras sin agobios ni zozobras.
Desterrada la sorpresa, esa embaucadora enferma de protagonismo, nos quedamos a solas con el libro.
Entonces se deja mirar cómo esta hecho, recorrer frase a frase, de paseo, sin prisas, dialogando contigo, ahora de verdad y no al galope.
¿O no te acuerdas que apenas terminaste la primera lectura la empezaste a olvidar buscando cosas nuevas?
Nenico/a, que poco te duran los amigos. No seas necio. Que los buenos amigos pueden ser para siempre. Tienen mucho que dar y no se ve a primera vista.

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